¿TRAICION?
Por
SONIA REALIANU
Últimamente tengo una mala sensación cada vez que hablo de la actividad de nuestro club InCruises, es como si hablar de vacaciones en el momento que estamos viviendo, y mucho peor en el que se nos aproxima, no solo fuese insolidario con los que lo están pasando mal, sino que incluso es una traición a los sentimientos de los que ya no solo están sufriendo las consecuencias de esta crisis del CORONAVIRUS, sino que lo van a pasar peor.
Por una parte parece una frivolidad, por otra una ingenuidad, ¿está el mundo para pensar en vacaciones?
¿Lo está para pensar en ir al teatro, al cine, a cenar con los amigos, a comprarse ese coche que tanto deseas, o esa casa con la que llevas soñando años?
Es evidente que la lógica nos dice que no, primero hay que salir adelante, luego ya veremos.
Pero esto no solo no es una frivolidad, no solo no es una ingenuidad, sino que la traición real a los colectivos más desfavorecidos seria mantener la economía paralizada. Esto si que sería la auténtica traición.
Porque si hay una mínima esperanza para estos colectivos es que sigamos creando, avanzando, fortaleciendo nuestro tejido económico, potenciando nuestra capacidad de crear, y especialmente, nuestra capacidad de soñar.
El mundo de los cruceros es hoy una de las industrias con más potencial de crecimiento, entre otras razones por su juventud. No solo tiene un enorme potencial de crear riqueza, sino que ya está dando trabajo a miles de profesionales de todos los niveles, y de todos los sectores.
¿Tienes estos profesionales derecho a seguir con su actividad?, ¿o por el contrario debemos castigarles por haber tenido la osadía de centrar su actividad en el mercado del ocio?
Un mercado, en el que se integra el de los cruceros, que sin duda alguna ya está siendo el principal eje de las economías más innovadoras del mundo, y que si nos limitamos al de los cruceros, ya da trabajo a más de un millón de personas en el mundo entero.
¿Quién se va a atrever a decir a estos profesionales que con su actividad están traicionando la esperanza de los desfavorecidos?, ¿o que para seguir ejerciendo su digna profesional, tienen que esperar a que la crisis pase?
Pero bajemos más a la realidad, ¿Quién es capaz de frenar la necesidad de equilibrar la crisis con ocio, con nuevas experiencias, con convivencia con la familia y los amigos?, ¿acaso no es en estos momentos donde más tenemos necesidad de escaparnos para tomar fuerzas?, ¿no nos lo exigen los desafíos a los que nos estamos enfrentando, y más todavía: a los que nos vamos a enfrentar?
No me estoy dando mensajes de consuelos, estoy argumentando con razones solidas y reales: el mundo no solo no se va a parar, ES QUE NO SE DEBE PARAR.
Y que no pare es obligación de todos, allí donde estemos, allí donde soñemos. Es ahora cuando hay que soñar mas, es ahora cuando hay que imaginar y construir un mundo posible, es ahora, precisamente ahora, cuando tenemos que cambiar la realidad.
Claro que el escéptico me dirá: si, Sonia, tienes razón, pero ¿Qué pasa con el mercado?
Hace unos días publique un breve articulo respondiendo a esta pregunta, con frecuencia confundimos el mercado, con la industria. Es evidente que la industria de los cruceros va a sufrir mucho con la consecuencia de esta crisis, pero mientras que esto afectara a las navieras, el mercado, es decir: los consumidores, nosotros, saldremos beneficiados.
No solo porque los precios se reducirán de forma notable, sino porque las propias navieras al no poder competir ya en precios, forzosamente tendrán que competir en servicios y en calidad. Si ya unas vacaciones en crucero, conociendo el mundo, era una forma de disfrutar con el máximo de los lujos, y a un precio ultra competitivo, lo que se nos avecina superara todas nuestras expectativas.
Y esto ya no solo lo decimos nosotros, lo afirman los mejores especialistas y profesionales del sector.
Vivir no es traicionar, traicionar es entrar en la corriente pesimista de la vida, traicionar es mantener actitudes insolidarias y pasivas, en lugar de trabajar más duro, ya no solo por volver a la normalidad, sino para superar la que hemos pasado, y construir una más cerca de nuestros sueños.
Esos sueños que ninguna crisis del CORONAVIRUS es capaz de eliminar.
Con gratitud,
Marinica Sonica Raileanu